Productos con alma que definen el Alt Urgell
En el Alt Urgell, la gastronomía no es solo comida: es identidad, tradición y paisaje. Los productos típicos de esta zona del Pirineo catalán nacen de la tierra, se elaboran con mimo y cuentan historias de generaciones. En este artículo te invitamos a descubrir los sabores que hacen única esta comarca.
🐄 1. Quesos y mantequilla con Denominación de Origen
La DOP Alt Urgell y la Cerdanya garantiza la calidad de los quesos y mantequillas elaborados con leche de vaca de pasto, recogida a diario y transformada con métodos tradicionales.
- Textura suave, sabor auténtico
- Perfectos para degustar solos o acompañar pan de pueblo
- Puedes encontrarlos en mercados locales o queserías artesanas
🌰 2. Embutidos de montaña: el bull negre
Uno de los embutidos más característicos del Pirineo es el bull negre, hecho con sangre, carne de cerdo, cebolla y especias. Se come a la plancha o en platos tradicionales como el maíz escuadrado con huevo.
Otros embutidos típicos:
- Llonganissa curada
- Botifarra blanca y negra
- Secallona
🧅 3. Ceba de Coll de Nargó
Esta variedad local de cebolla es apreciada por su dulzura y textura suave. Se cultiva de forma artesanal y se usa en guisos, ensaladas o como base para sofritos tradicionales. También se comercializa en ferias de proximidad.
🍞 4. Pan de horno y repostería casera
Los hornos artesanales aún son protagonistas en muchos pueblos del Alt Urgell:
- Pan con masa madre y cocciones lentas
- Coques, melindros, pastissos de ratafia o nuez
- Ideal para llevarte un recuerdo comestible o disfrutarlo con un café al sol
🍷 5. Restaurantes donde probarlo todo
Algunos espacios donde disfrutar de estos productos cocinados con cariño:
- Casa Paco (La Seu d’Urgell): cocina de montaña y brasas
- Sidrería Pinxin: platos asturianos con buen ambiente
- La Borda del Pubill (Alàs): cocina casera en entorno rural
Muy cerca de Cal Ventura, en el corazón de les Valls d’Aguilar, se encuentran pequeños pueblos que parecen suspendidos en el tiempo: Bellpui, Taús, Castellàs, Biscarbó o Els Castells. Enclavados entre montañas, con pocas casas de piedra, caminos sin prisas y una quietud difícil de encontrar hoy, estos núcleos rurales conservan la esencia de la vida pirenaica. Pasear por sus calles, saludar a los vecinos o simplemente contemplar el paisaje desde un banco se convierte en una experiencia tan simple como inolvidable.